Pajaritos en la cabeza
-Yo prefiero estar afuera de la ley que adentro de la cárcel- dijo Jeremías adentro de la cárcel. Y reclinado sobre la reja de la celda sintió una extraña sensación, algo así como si el brazo que tenía para el lado de afuera le pudiera sacar el resto del cuerpo de ahí adentro por entre los barrotes. -La verdad que no se que mierda hicimos para que nos encierren aquí- agregó contundente a pesar de la duda. Los otros dos lo miraron cómplices pero con cara de sabemos perfectamente lo que hicimos, robar un paquete de Criollitas y una lata de picadillo de carne. -¿Vos cuántos años tenés...once...doce...?- continuó Jeremías, levantando un poco la voz, con la intención de que alguno de los guardias tomara nota en lugar de tomar mates a la sombra de la galería. -¿Y vos trece, no?- prosiguió. Los dos amigos ni se inmutaron, mostrando una complicidad poco responsable, una complicidad menor de edad, aún cuando Jeremías recién cumplía catorce y tal vez reconociendo que algo habían robado pero que ya se lo habían comido. Robar para calmar el hambre es mas parecido a un regalo que a un robo, pero andá a explicarseló al estómago de la ley, experta en abarrotar las cárceles de delincuentes menores acusados de cometer delitos mayores y de indultar delincuentes mayores considerando el delito menor. Jeremías miró a sus amigos como a dos ratones acobardados. Con el brazo que tenía para afuera calentado por el solcito y el resto del cuerpo helado de indignidad les clavó una mirada como una chuza y les dijo -¿Qué pasa pelotudos?...¿Se cagaron?...-. A lo mejor creyó que diciéndoles pelotudos los iba a hacer crecer de golpe, los iba a avivar, les iba a espantar la inmovilidad que imponen las celdas, pero los otros dos apartaron la vista inmediatamente y no se dieron por aludidos. Afuera la luz de la tarde les hacía ver que se estaban perdiendo el día, con lo que cuesta ganarse el día hoy en día. Adentro lo único mayor de dieciocho era la humedad. Afuera la luz y las mentiras, adentro la oscuridad y el hambre. Un par de gorriones solidarios que robaban miguitas de pan del patio de la comisaría levantaban vuelo una y otra vez empecinados en enseñarles el camino de la libertad. Jeremías era el único que les prestaba atención, que estudiaba el plano de la fuga cada vez que despegaban. Después, con la mirada perdida en unas nubes donde los gorriones se transformaban en puntitos, volvió a hablar -A mi no me sale pedirle justicia al gobierno- los otros dos lo volvieron a mirar expectantes, como si cada palabra de Jeremías tuviera ruido a llave abriendo la puerta -Yo lo que le pediría al gobierno es que no sea tan injusto- remató después de meditar un poquito. Los otros dos se debatían en la incertidumbre provocada por las certezas de Jeremías. Rebobinaban las imágenes del pecado cometido y lo proyectaban. Veían un paquete de Criollitas y una lata de picadillo de carne robados repetidos hasta el cansancio. Se arrepentían en secreto, no sabían si se sentían demasiado culpables para salir en libertad o demasiado inocentes para seguir presos y practicaban confesar con la vista y llorar con el orgullo-. ¿Pero cuántos años nos pueden dar por robar un paquete de Criollitas y una lata de picadillo de carne, tarados?...¿Eh, cuántos?- les increpó una vez mas Jeremías, enojado. -¿No se dan cuenta que los años que tenemos no nos alcanzan ni para sacar el DNI?-. Pero no había respuesta, todo eran esperanzas en pañales, salvo los pantalones largos de la certeza de Jeremías, que al final se cansó y les gritó -¡Pendejos de mierda, ustedes no van crecer nunca!- y se quedó todo el rato mirando para el lado de afuera, para el lado de la libertad.
Hemos aprendido a decir justicia con dificultades. Palabra compleja para los vocabularios coloquiales y lujosa para un país donde en lugar de justicia se decía me las vas a pagar, un país en el que se postergó interminablemente la condena de los mayores asesinos de la historia y se quiere adelantar aceleradamente la imputabilidad de la inocencia presente de los menores. No se trata de aplicarles el rigor de la ley, se trata de explicarles la ley sin rigor.
Así las cosas -Yo prefiero estar afuera de la ley que adentro de la cárcel- volvió a decir Jeremías adentro de la cárcel.
26 comentarios:
el prólogo de los miserables....pero en la sifilización actual....
el dibujo sólido como de costumbre!
El relato me dejo pensando y ademas me encanto todo lo que comentabas y como lo comentabas; es muy interesante la perspectiva que tenes, y muy realista... aca en la Argentina que vivimos, pasa muy a diario, no con esto justifico lo que hicieron los chicos; pero que cuando tenes hambre pensas en hacer cualquier cosa para calmar ese dolor en el estomago de eso no hay duda. Te dejo saludos para vos y los tuyos; te leo...
Anda!!! pues yo acabo de currarme también un Ángel, que casualidad, saludos.
Curiosa metáfora;un chico de la calle es como un gorrión...
Mi pregunta es:
¿que haces con el resto del corazón que no te cabe en el pecho?
Porque lo tienes muy grande.
saludos pa'l TOMI.
sos un artista zarpado tomi, no entendi nada con que lo hiciste, apenas uso un HB y el Photoshop. me encanto como quedo, un monton!
Felicitaciones Tomi, tanto por la portada como por la editorial. El mes pasado le compré a uno de los chicos el número de diciembre. Espero estar pronto por Rosario y llegarme a la Pringles o a la peatonal a conseguir este número.
Saludos!
Algunas veces viene bien comparar las letras inmensas con el intento de dejar algo garabateado...no puedo menos que decirlo con toda humildad y agradecerte haber traído esta comparación desde la memoria literaria, Raulito...
“Las faltas de las mujeres, de los hijos, de los criados, de los débiles, de los pobres y de los ignorantes, son las faltas de los maridos, de los padres, de los amos, de los fuertes, de los ricos y de los sabios”, nos recuerda Raulito trayendo a Victor Hugo Victor Hugo.
Mi siemprebuehumorada Selma, yo me acuerdo cuando en unos saqueos, allá en Rosario, una madre corrió hacia la góndola de los lácteos, mordió un sachet de leche y se lo enchufó en la boquita al nenito que llevaba en brazos, ahí mismo, adentro del supermercado.
Cuando la casualidad es un par de ángeles, la fantasía tiene cuatro alas, Miguel.
Que un chico en la calle sea como un gorrión fue una de las primeras interpretaciones de la vida que hizo el Chiripa después de matar uno -¡Tiene sangre!- gritó llorando -¡igual que nosotros cuando nos pinchamos los dedos robando rosas!.
Todos tenemos el corazón del mismo tamaño, Karrlamkass, mas o menos como un puño cerrado, y todos sabemos abrirlo.
Sin temor a equivocarse podría decirse que sí, que soy un artista zarpado. He sido campeón argentino de remo en mis años mozos, Ruka, y para remar primero hay que zarpar.
Cualquiera de los elementos que utilicé son mucho mas fáciles de manejar que el Photoshop, ahora, eso sí, con ninguno podés hacer control zeta.
El ángel delator te da las gracias, Neto, en nombre de todas las pibas y todos los pibes y en el del Pocho Lepratti.
muy muy espectacular, mirá cómo después de tanto tiempo lo seguis dejando a uno sin saber qué decirle a esto...
Ay, ay, ay, Luquita, esa tendencia a quererlo exageradamente a uno que tienen los gomías.
Ya salió el nuevo número? Si es así esta semana me doy una vuelta por la plaza pringles y leo la editorial en papel que es mucho más placentero.
La suya es una incuestionable llamada de atención a la modernidad, Nicolás, la mas despiadada de las maldades que está cometiendo Internet es borrar el placer de leer el papel impreso.
Gran dibujo y gran poesía cómplice. Lástima que los pibes de hoy ya no afanen criollitas ni picadillo. Ahora te pegan un tiro y se olvidan de afanarte. La falopa arruinó la lógica y la dignidad del choreo. Por lo menos para mí, el romanticismo de los chorros se me terminó cuando le pusieron un fierro en la sien a mi hermana, que labura como tantos esclavos modernos, para comprarse las criollitas y el picadillo.
Lo siento, Miolnir, sinceramente.
Yo creo que el lenguaje de la pobreza se ha globalizado. Nos empeñamos en dividir el mundo en primer mundo y tercer mundo olvidándonos peligrosamente de que estamos todos en el único mundo que nos queda.
Mándele una caricia en la sien a su hermana, por favor, sé que no es mucho pero, algo es algo.
Es cierto Tomi, el primer y tercer mundo solo se ponen de acuerdo a la hora de diseñar este mundo de cuarta. Lo único que abunda en esta economía global es la pobreza, y la idea instalada de que la única posibilidad de sobrevivir es matarnos unos a otros.
No lo sé solo por este último mensaje en el que encontramos varias coincidencias, Miolnir, lo sé también por el anterior a este, en el que usted hace un planteo sobre una difícil situación, y lo sé desde el primer momento en que cruzamos un mensaje, estoy tratando con una persona de una gran lucidez, un gran talento y una enorme generosidad.
Gracias Tomi por los mensajes en mi blog. La neuralgia de trigémino debe ser jodida de soportar. Si me permite la recomendación médica, dígale a su compañera que pruebe con acupuntura, por lo menos a mí es lo único que me alivia, ya que la medicina no tiene drogas para mí, ni para curar ni para aliviar (¡tanta droga por ahí y ninguna para mí!). Yo no creía en la acupuntura, solo fuí para que mi novia me deje de romper las guindas, y ya en la primera sesión tuve un cambio milagroso, cosa e mandinga estos chinos.
Los que tenemos la suerte de haber pasado una vida mas o menos indolora no nos tendríamos que meter con estas cuestiones, pienso que nuestro lenguaje sería incomprensible para el lenguaje de los sufridores, pero estoy seguro de que Mariana, que pasó por la acupuntura, los rayos laser, las ciento veinte cápsulas de Migral por mes, mas los medicamentos con base de morfina para cuando rebasaba el temido umbral del dolor, le recomendaría no a un quirópractica, sino específicamente a esta quirópractica, María Ramonda, quien había logrado controlarle el panorama maravillosamente (soy testigo) hasta que nos tuvimos que ir de Rosario. http://www.sfregolacasas.com.ar/p_ramonda.html, investigue usted mismo. Salud, mi cómplice, el país necesita de su lucidez y sus manos.
Le agradezco la recomendación. Yo también me tomé la farmacia entera y nada. Inclusive al principio me daban 900 mg diarios de Litio, que es lo que se usa para amansar a los locos más peligrosos. Me dolía lo mismo pero como no podía pensar, no jodía. El mío es un problema "eléctrico". Parece que el hipotálamo manda pulsos eléctricos al cerebro, y el mío manda mucho más de lo que debería, algo así como una sobrecarga. Pero no diga nada haber si el gobierno me mete una multa por derrochar electricidad. Muchas gracias y saludos a Mariana, y a usted desde ya.
Tiene todo mi respaldo, Miolnir...no, no, no, perdón, mejor no, usted con respaldo va a parecer una silla eléctrica.
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