lunes, 3 de diciembre de 2007

El ángel de lata

LOS VUELOS RASANTES DEL ÁNGEL DELATOR
Mi mamá me mima
Africaba el sol en la espalda como una brasa apoyada en la nuca. El carro era lo único que chirriaba y crujía en el mundo entero. Facundo y su viejo aguantaban el sopor de la siesta a durísimas penas. Facundo tenía el cuero cabelludo caliente. El viejo transpiraba y sostenía las riendas. Facundo revoleaba el látigo y le asestaba blandamente a las ancas del animal. El látigo volvía trayendo olor a cuero sudoroso. Buscar botellas era lo mismo que buscar soles chiquitos sobre la tierra. Soles chiquitos sobre cielos chiquitos color verde vidrio. No era difícil encontrarlos. Lo difícil era venderlos. Facundo creía en los reyes. Pero Facundo trabajaba con su viejo, y eso era casi como ser un rey mago.
Mi mamá me mima, escribió Facundo en el colegio. Lo escribió en un montón de renglones, lo mas prolijito que pudo. No veía la hora de salir para mostrárselo a su mamá. Le parecía una verdad más grande que una casa y le daban ganas de regalarle el cuaderno. Cuando salio lo pensó un ratito y antes de llegar al rancho arrancó la hoja y la dobló en cuatro. Te traje un regalito, tomá. Dice mi mamá me mima. ¿Ves?. En todos estos renglones dice mi mamá me mima y esa es la verdad.
Facundo teneme el carro, voy a ver que hay en ese baldío. Dejá papá, me salto yo. Facundo salto del carro como una lauchita y se trepó a la pared. Su cuerpito se recortó perfectamente sobre una pintada. Sueldos de hambre. Bajos salarios. Bajá papá. Hay un montón de tornillos, un montón de chapas, un montón de botellas. Saltaron. Era un mar de cardos en flor. Suerte color violeta. Pincha el tallo y acaricia la flor. Llenaron dos bolsas de arpillera. Facundo creía en los reyes.
Dice mi mamá me mima. ¿Ves?. En todos estos renglones dice mi mamá me mima y esa es la verdad.
Llegaron a la villa. Facundo se prendió a la canilla pública. Bajo las bolsas y contó. Botellas enteras cincuenta. Vidrios rotos diez. Mi mamá me mima. Comió algo, después agarró un papel y un lápiz. Pensaba escribirle a los reyes aunque no era reyes. Queridos reyes. Mandenmé tres cuartos de pan y si pueden, un autito de juguete. Pensó y pensó pero escribió otra cosa.
Queridos reyes. Mi mamá me mima.
Irse a dormir era reconocerse los huesos molidos. Eran cinco minutos de ojos abiertos y luz apagada, imaginando en el aire inmóvil, reyes magos, panes, y autitos de juguete. Era despertarse a la mañana tratando de recordar en que momento la noche terminó y apareció este rayito de sol que se cuela por aquel agujero en la chapa. Ángeles de lata que escriben su historia de soles chiquitos sobre cielos chiquitos verde vidrio. Queridos reyes aunque hoy no sea reyes. Tres cuartos de pan y autitos de juguete si se puede.
Mi mamá me mima ciento cincuenta mil renglones.

No hay comentarios: