Antes de continuar con las cuatro últimas páginas del capítulo “Encuentro de don Juan con la señorita Vergüenza” pertenecientes a la historieta “Cuentos del bajo vientre” quisiera hacer una observación aprovechando justamente la temática de la vergüenza, o talvez abriendo un debate sobre los bochornos inhibidores. En el grupo de imágenes que ven continuación podrán apreciar una página original de “El desmitificador Argentino” de la década de los noventa publicada por la revista Cóctel Molotov y junto a esa página varias imágenes del amigo Esteban, que se pasea de esta laya por las calles, avenidas, sendas peatonales y playas nudistas o no de la ciudad de Barcelona y cuyo parecido con el personaje es (o al menos me parece a mi) por demás de notable, no solo en el aspecto físico sino en sus necesidades intelectuales. “El desmitificador” nació a principios de los ochentas (yo diría formalmente 1982) y su creador, a la sazón yo, jura solemnemente sobre la constitución nacional que no conocía a este muchacho. A Esteban recién me lo crucé por primera vez hará cinco o seis años en mi segunda intromisión a España. Paseaba por las Ramblas de Catalunya repletas de gente con tamaña naturalidad (si a ese tamaño se le puede llamar naturalidad) que parecía un pitón, perdón, quise decir peatón, común y corriente. Los creadores latinoamericanos somos así, superamos a la realidad con nuestra fantasía con tanta frecuencia que la realidad se tiene que tomar un tiempo prudencial para empatarnos el partido. Faltaría acotar, ya que podría ser de utilidad, que lo que se aprecia sobre el cuerpo del individuo son tatuajes reales, incluidos los del pene (a modo elefante) y los de las nalgas (a modo de calzoncillos). Vale. Que sean felices.
