Nota para el semanario Cruz del Sur, de la ciudad de Rosario / por Carina Toso / Click sobre las imágenes para ampliar / Hola Tomás, soy Carina Toso, del semanario Cruz del Sur de Rosario, quería consultarte para hacer con vos una entrevista para este medio / Si me nombra a Rosario y me nombra a la Cruz del Sur, Carina, ¿me puede explicar cómo hago para decirle que no? A sus órdenes, el Tomi
- En primer lugar tengo una curiosidad, y es saber por qué Rosario y la Cruz del Sur parecen ser tus debilidades. ¿Qué sensaciones te despierta leer esas palabras?
Mi mamá tiene una estrella propia adonde se fue a vivir mi hermanita Miriam cuando era muy chiquitita y desde allí le hace señas de luz todas las noches. Esa estrella está ubicada en un punto exacto entre el Lucero del Alba y la Cruz del Sur que solo mi mamá, paradita siempre en las mismas coordenadas astrológicas de la terraza de mi casa de la infancia allá en Alberdi, reconoce. Desde esa misma ubicación, y quizás por el solo hecho de evitarme tristezas o nostalgias, a mí solo me enseñó a mirar el cielo de Rosario esperando que se muevan las estrellas fugaces para pedirles tres deseos. No tuve que esperar mucho porque las estrellas fugaces se fugan del cielo de Rosario con sorprendente frecuencia, así que ahí me quedaba encantado durante horas y cada vez que veía una, pedía el mismo deseo tres veces, yo quiero dibujar y dibujar y dibujar. Magia es la sensación que estas vivencias me despiertan, o más bien no me despiertan sino que me hacen seguir soñando. Rosario, en cambio, me despierta la sensación de la ciudadanía, y la ciudadanía es cosa seria.
- Para comenzar a recorrer un poco tu vida... ¿Cómo fue que empezaste a dibujar?, ¿Cuándo descubriste que ese era tu talento? ¿Te acordás de tu primer dibujo?
Sin temor a estar exagerando, hace ya mucho tiempo que digo que no recuerdo un solo día de mi vida en el que no haya hecho al menos un dibujo. De todos modos no tengo una idea concreta de haber empezado a dibujar en algún momento determinado, supongo que debo haber intuido algún tipo de satisfacción físico espiritual ya en los garabatos que pergeñaban los movimientos kinestésicos de mis deditos de un año, y en eso sí que uno no es tonto y aprende enseguida a identificar lo que le satisface, aún cuando la percepción sea exclusivamente psíquica. Pero de tener un talento jamás lo interpreté como talento, no me doy cuenta exactamente de estar beneficiado por nada que los demás no puedan hacer, y lo sostengo a rajatabla, aunque supongo que la cara de admiración de los padres o los maestros de la escuela influyen en la confianza en sí mismos que vayan adquiriendo sus hijos o sus alumnos. Me acuerdo bien de un precioso caballo que dibujé debajo de una redacción en la escuela primaria, no debe haber sido el primer dibujo pero es una buena anécdota que puede sernos útil para saber que cada experiencia de la vida tiene una parte de suerte y otra de desgracia y que de ambas debemos sacar provecho. Fue justo un día de inspección y la uniformada mató mi caballo delante de toda la clase porque si algo está demasiado bien hecho es porque estará calcado de alguna parte (aún sin las evidencias del delito) y despedazó mi redacción porque intercalaba poemas entre la prosa y eso es un capricho gramatical adolescente. La parte de suerte fue que ni bien desaparecí del oprobio sufrido ante mis compañeritos tardé poco tiempo en reconstruirme a mí mismo dibujando millones de caballos invencibles y fabulosos y escribiendo poemas con métricas inexplicables mixturadas entre las prosas más desvergonzadas. La parte de desgracia fue no haberme percatado de inmediato que un asesino había entrado a clase a hacernos perder ese tiempo precioso en el que debemos creer en nosotros más que nunca sin perder una sola centésima de segundo.
-¿Hasta que edad viviste en Rosario y por qué decidiste irte a España?
No sé si no quiero o no puedo, pero nunca tuve habilidad para memorizar las fechas, debe ser porque me parece mucho más importante el orden cronológico que la puntualidad. Vine a España la primera vez a principios de los ochenta y regresé a Argentina después de algunos años. Trabajaba como caricaturista en el desaparecido diario Rosario, era la época en que la dictadura tomaba la forma de rata gigante e intentaba huir por las estrechas alcantarillas de la cobardía. La hipocresía militar le ponía fecha a las elecciones y decretaba una de sus últimas órdenes, votar. Les había desobedecido empecinadamente hasta ese momento y decidí seguir haciéndolo. No voté, dejé el empleo y me fui al famoso Madrid de la movida. La segunda vez fue hace diez años. El Pocho Lepratti era el brazo derecho de Mariana, mi mujer, y juntos llevábamos adelante el proyecto del Ángel de lata cuando lo asesinaron. Formamos la comisión investigadora de los hechos de ese diciembre de mierda y al poco tiempo nos tuvimos que ir del país. Con respecto a esto solo me gustaría agregar, como tratando de dejar un mensaje para que descifren los que leen entrelíneas, que hay gente a la que no le interesa un carajo que existan comisiones investigadoras y le interesa sobremanera que haya más diciembres de mierda.
-¿Como es tu vida hoy allá? ¿Cuáles son tus trabajos, hobbies, tu cotidianeidad?
Vivo en la Barceloneta, un barrio de pescadores con los pies mojados por la inmemorial historia del Mediterráneo y la cabeza anclada en el futuro, lleno de balcones que incansablemente rozan las gaviotas con las puntas de sus alas y donde el vecindario tiende sus ropas multicolores hacia la calle para que se sequen con brisas de sal y flameen saludando a las cámaras fotográficas de los turistas. Salgo a correr todas las mañanas y me baño en el mar en invierno y en verano, costumbre que adquirí observando a los más viejos habitantes del lugar e inspirado en aquello de que en el país donde fueres haz lo que vieres. Me levanto invariablemente a las siete de la mañana, beso a Mariana, voy a mi estudio, enciendo el ordenador, leo las noticias, hago las compras, la cama, cocino, lavo los platos, apunto ideas de guión, escribo poemas, cuentos, notas editoriales, chistes, cierro los cuadernos y me pongo a bocetar escenas, personajes, voy pasando en limpio, dibujo, coloreo, escaneo, armo en Photoshop, envío. Acomodo un poco el tablero, me dirijo hacia las telas, los acrílicos, los pinceles, pinto, respiro hondo, cada día busco un instante para alegrarme por poder hacer lo que estoy haciendo, si lo encuentro, el impulso puede durar meses, sino, extrañar horrores a mis hijas Lucrecia y Libertad se hace un suplicio hasta que vuelvo a besar a Mariana.
-Sos dibujante, guionista, escritor, historietista, entre otras cosas, ¿qué es lo que más te gusta hacer?
Menos lo que hacen las dictaduras y los policías me gusta hacer de todo. Pero debo confesar que soy un amante del Padre de los ríos, un extraño caso de turista local enamorado de la isla de la Invernada, un socio del alma de La cabaña del Navegante, un remero inclaudicable del Rosario Rowing Club con el que gané varias regatas y hasta llegué a ser subcampeón argentino. Soy, ¿cómo podría decirlo? un deportista de élite espiritual.
-Hoy tus dibujos siguen presentes en Rosario, para citar dos ejemplos, en el Ángel de Lata y en cada año que se hace el festival de video, ¿cómo te relacionás con esas publicaciones desde la distancia? ¿Cómo pensás tus dibujos para cada revista?
Yo no pienso los dibujos, los dibujos pasan por ahí y los agarro de la cola. Es una forma de expresión pero tiene mucho de cierto, -la inspiración existe, pero tiene que agarrarte trabajando- decía Picasso, y yo le creo. Participando en las tormentas de ideas de las agencias de publicidad, donde se tiran sobre la mesa todas las ideas que vayan apareciendo a fin de elegir la mejor para desarrollar una campaña, me terminé acostumbrando a aferrar con uñas y dientes siempre la primera, que no significa no prestarle atención a las demás, sino escuchar todo pero saber volver a la idea primigenia, que suele ser, con notable regularidad, en la que está encerrada la esencia misma de lo que queríamos hacer.
- Con respecto al Ángel de Lata, me gustaría que me cuentes como nace esta publicación.
“El Ángel de lata” es un juego de palabras, pero “el ángel delata” ya no es un juego de palabras. Delatar la injusticia es una tarea sobrehumana, vaya como ejemplo que fueron necesarias muchas horas hombre y toda una nutrida comisión investigadora para delatar al asesino de Pocho Lepratti hasta conseguir su condena, y hace poco el tipo fue visto lo más choto vendiendo hamburguesas con un carrito en la plaza. Delatar la injusticia es una tarea sobrehumana, decía, y los ángeles son eso, sobrehumanos. Cansados como estábamos de tanto infierno y tanta teoría de los dos demonios necesitábamos como el aire un montón de ángeles poderosos, ángeles de tierra, ángeles de vuelo de cabotaje, miles de ángeles delatores de injusticias, y entonces nació el Ángel de lata. Esta historia se la pueden preguntar a cualquiera de los pibes que venden la revista, solo hace falta que presten atención, porque ellos podrán responder con una mínima palabra, con una escueta oración o hasta con un imperceptible gesto antropológico, pero invariablemente será la verdad.
- ¿Qué significó y significa para vos la revista? ¿y los chicos que participan de ella?
El Ángel de lata no es una revista, es la energía de los pibes impresa en un papel de gramaje considerable y tapa color. Los chicos que trabajan en ella son mis mejores amigos, mis hermanitos, y no porque lo decida yo, sino porque ellos me dieron permiso para serlo, incluso los nuevos que no conozco y que se han sumado al proyecto desde que estoy fuera del país también son mis hermanitos, así que con humildad y salvando las distancias puedo parafrasear tranquilamente a Cortázar cuando dijo del Che –Yo tuve un hermano, no nos vimos nunca pero no importaba-.
-¿cómo ves la Argentina desde España, sobre todo lo relacionado con los chicos, la pobreza, la delincuencia, etc?
Personalmente creo que para ver la Argentina desde España se necesitan lentes bifocales, una graduación nos permitirá adivinar lo que se puede desde once mil kilómetros de distancia y la otra recordar lo que se debe a más de una década de tiempo transcurrido, no es lo mismo que abrir la ventana y recorrer el barrio con la vista mientras se huele el perfume a torta frita, pero tampoco es un barómetro desestimable, ver Argentina desde España tiene la amplitud panorámica del que observa el partido de ajedrez desde el costado y la neutralidad que implica no estar pisando descalzo en suelo patrio. El Conejo, líder pseudointelectual de Polenta con pajaritos, dijo alguna vez que la cuestión no es estar en el primer mundo o en el tercer mundo, sino darnos cuenta que estamos todos en el último mundo que nos queda. Ahora bien, no sería correcto decir que Argentina está creciendo, porque los que están creciendo son los chicos, y cuando los chicos crecen, crecen los países. Y eso se ve sin lentes bifocales, a simple vista.
-¿Qué querés transmitir con tus ilustraciones e historietas? ¿Cuáles son las cosas que querés reflejar en ellas? ¿Qué tipo de cosas te gusta contar o ilustrar?
Todo eso me lo vas a tener que explicar vos a mí. Yo te prometo que sabré escucharte atentamente y que una vez que termines te sabré agradecer con gratitud el tiempo que tu interés haya empleado en observar mi obra.
-¿Cómo empezaste con los dibujos eróticos?
Siempre hice dibujos eróticos, desde que (como vulgarmente se dice) tengo uso de razón, tal vez porque mi adolescencia se movió entre el arriesgado descubrimiento del bikini que iba dejando desnuda a la malla enteriza, los ombligos femeninos que mostraban sus entresijos al sol, el auge de broncearse entre los sauces del balneario La Florida, algunas dichosas fotos pornográficas en blanco y negro circulando ajadas de tanto contrabando en el patio del colegio religioso mientras Cristo se desangraba por nosotros en la capilla y a nosotros ya no nos importaba que se muriera una estatua, la paz y el amor rozando el libertinaje que contagiaban los hippies, y tantos otros pecados capitales que pasaban a ser veniales y mentiras despiadadas que pasaban a ser piadosas, todo después de que Armstrong pisara la luna y le borrara todo su romántico encanto.
-¿Dibujás todos los días?
No te quepa ni la más mínima duda.
-¿Cuáles son hoy tus trabajos tanto acá como en España?
Mi mayor trabajo en Rosario es mantener mi condición de ciudadano, mi mayor trabajo en España es extrañar a mi ciudad sin condiciones. Porque esos son trabajos, el arte es otro paño, infinitamente más fácil y llevadero.
-¿Viajás a Rosario? ¿Tenés pensado volver a vivir a la ciudad en algún momento?
Viajo todas las tardecitas a darle un beso a mis viejos y a mis hijas, el alma suele hacer ese tipo de favores, le imprime una velocidad inusitada a las alas de los recuerdos y llegás en un santiamén a todos los rincones de la memoria. Volver definitivamente es más complicado, tiene más que ver con la ciudadanía, y la ciudadanía, como ya dije al principio, es cosa seria.